La inversión en infraestructura (transporte, riego agrícola, energía, tecnologías de la información y la comunicación) es fundamental para lograr un desarrollo sostenible, empoderar a las sociedades, fomentar la inclusión social y construir ciudades más amigables con el medio ambiente. La tecnología debe ser la base de los esfuerzos para alcanzar los objetivos medioambientales, como el aumento de recursos y la eficiencia energética. Sin tecnología e innovación, la industrialización no ocurrirá, y sin industrialización, no habrá desarrollo. Es necesario invertir en productos de alta tecnología que mejoren los procesos de industrias como la manufactura, así como invertir en telecomunicaciones e infraestructura para conectar a las personas y generar oportunidades.